INSTANTES DE ETERNIDAD

Escribir es dibujar con la simbología lingüística las imágenes del pensamiento. Es una labor que, aunque se origina en la percepción de las incontables situaciones de la vida sumadas a la creatividad, requiere la disposición espiritual y corporal con esa necesidad vehemente de la expresión armónica. Por encima de esta condición se sitúa el poeta que transporta al exterior la profundidad del alma. El poeta es el intérprete de Dios; es el transmisor de la inmensidad de la obra del creador. Por eso el poeta, a pesar de convivir con la magnificencia del universo, se aleja de la posesión material para estar en contacto mayor con la sabiduría divina. Cantarle a Dios, a la naturaleza, al paisaje, a la vida, al hombre, amor, a la paz: esa es su misión. El poeta conoce la tristeza, pero la convierte en alegre melodía; conoce la soledad, mas la inunda de belleza. En fin… el poeta describe con sus versos, los secretos del Supremo Hacedor del mundo.